Martínez llama a su auto “El Chopo”, porque hace todo lo que él quiere.
En su taller de mecánica automotriz, en Las Vegas, Nevada, el dominicano Marco Martínez une piezas de distintos autos para construir modelos más eficientes. Más allá de su trabajo y afición, lo suyo es una forma de mercadear un proyecto de microempresas para madres solteras. TEXTO GABRIELA READ FOTO ROBERTO GUZMÁN. CLAVE DIGITAL.
No es un “Cepillo” Volkswagen, ni una Hummer, ni un Jetta, ni tampoco una Van. En realidad es todo eso al mismo tiempo. Un collage de lo mejor de cada vehículo salido del taller de Marco Martínez, un dominicano que hasta hace poco estaba radicado en Las Vegas, Nevada, donde se dedica a modificar vehículos a petición de sus clientes.
PROYECTO. Martínez no vino al país a desarrollar su proyecto automotriz, sino a algo de mayor envergadura. Si su taller le permitió independizarse y vivir de acuerdo con una práctica que se denomina “Cultura Permanente”, la cual sostiene que todo en la naturaleza es aprovechable y útil, ya era hora de experimentar con ese modelo en su tierra natal. Su idea consiste en crear microempresas de comestibles de bajo costo, gestionadas por madres solteras, sobre todo, pero también por trabajadores informales, a quienes se les entregarán carritos de venta, máquinas de fabricación masiva de comestibles (empanadas, quipes, entre otros), y la materia prima. “Lo que andamos buscando es crear fuentes de trabajo. Les daremos asesoría de mercadeo, se les enseñará cómo llevar contabilidad, almacenamiento... se trata de alimentar la economía desde la base”, explica.
Su institución, Solutions Marketing, una ONG sin fines de lucro, se encargará posteriormente de recolectar el aceite utilizado en las freidurías y los desechos de alimentos para la creación de tres
combustibles: biodiesel, etanol y metanol, así como abono y otros materiales. Por el momento, se
encuentra buscando apoyo para su idea y se ha dado un plazo de dos años para que su apuesta
prospere. “Durante las crisis es cuando pueden surgen las soluciones.
Yo creo que éste es el momento para que el país termine de arrancar en materia de biocombustible, porque es cuando está más necesitado”, dice. De lo contrario, tomará otros rumbos a bordo de su extraño cepillo.
El cepillo, por dentro y por fuera
1 VAN VOLKSWAGEN DEL AÑO 78. De este vehículo tomó la suspensión delantera y trasera. “Esto me permitió ponerle gomas de una Hummer. Yo lo que andaba buscando era un vehículo que se pudiera meter en terreno malo como andar en la ciudad tranquilamente. Además le da más estructura, porque es más fuerte que la que tenía antes”.
2 UN CEPILLO DEL AÑO 69. Se trata de una plataforma liviana. “Ese vehículo originalmente pesa 1,700 libras, pero yo sólo tomé el caparazón. Aligerar el vehículo se traduce en un mayor desarrollo del motor”.
3 UN JETTA DEL AÑO 2006. El cableado completo, siete computadoras, los frenos, las bolsas de aire, el guía hidráulico, los limpiavidrios, seguridad, discos de frenos... “Se trata de un motor muy económico, y además es de diesel. Tuve un accidente en ese vehículo y el seguro iba a darme menos de lo que les había pagado, así que les pedí el motor a cambio.
4 CONCEPTO “SA FA R I ”. En la parte superior, Martínez le adaptó un cuadro donde cabe perfectamente una cama tamaño matrimonial inflable y una casa de campaña. Ambas cosas las guarda en lo que aparentan ser “misiles” al costado de este cuadro, pero que en realidad no son más que baúles, donde también guarda los utensilios de cocina y equipo de buceo... “Al hacer esto, libero el baúl de enfrente, donde pienso construir un martini bar. Un día estaremos en el Sahara bebiendo martinis y viendo pasar los camellos”.
Cifras
14 mil 500 dólares es el costo mínimo de fabricación de uno de estos prototipos. Se trata, según Martínez, de una inversión, pues el auto promete unos 40 años más de vida.
74 kilómetros por galón de biodiesel hecho con aceite de cocinar, fue el rendimiento del auto de Marco, durante un recorrido hecho desde Los Ángeles, California, hasta Miami, durante 12 días.
7 meses al año trabaja Martínez en su taller, donde fabrica entre 4 y 5 prototipos de vehículos a clientes que selecciona a través de su página http://www.vwmaxiwesty.com/, en ese sitio pueden leerse los testimonios de los usuarios.
En su taller de mecánica automotriz, en Las Vegas, Nevada, el dominicano Marco Martínez une piezas de distintos autos para construir modelos más eficientes. Más allá de su trabajo y afición, lo suyo es una forma de mercadear un proyecto de microempresas para madres solteras. TEXTO GABRIELA READ FOTO ROBERTO GUZMÁN. CLAVE DIGITAL.
No es un “Cepillo” Volkswagen, ni una Hummer, ni un Jetta, ni tampoco una Van. En realidad es todo eso al mismo tiempo. Un collage de lo mejor de cada vehículo salido del taller de Marco Martínez, un dominicano que hasta hace poco estaba radicado en Las Vegas, Nevada, donde se dedica a modificar vehículos a petición de sus clientes.
Lo que parece un simple entretenimiento de un aficionado a los autos, tiene en realidad rofundas motivaciones ecológicas. Para Martínez, graduado en mecánica automotriz en una universidad de California, la concepción de un vehículo debería estar más acorde con la naturaleza. El peso y el consumo de combustible son dos spectos que toma en cuenta a la hora de fabricar alguno de sus modelos. Aunque parezcan bastante grandes, se trata de una carrocería liviana con un motor de consumo eficiente. En sus vehículos, utiliza biodiesel combinado con una tecnología llamada Brown Gas (una mezcla de oxígeno e hidrógeno) que se inyecta al al motor, y permite una economía de hasta un 50%. ¿Traducción? “Ese vehículo salió desde Los Ángeles, California, a Miami, con ocho galones de biodiesel y no usó más de cuatro para hacer esa travesía que son cinco horas manejando a 70 millas por hora. Estamos hablando de más de 3,600 millas, lo que es algo inaudito. ¿Más claro? “En Estados Unidos no gasto nada en combustible”, dice, pues además él mismo fabrica el biocombustible.
“Nunca he hecho un auto que vaya a consumir más de lo que puede rendir en la autopista.
Considero que es un insulto a la naturaleza utilizar una caja de hierro que pesa por lo menos dos toneladas para mover mis 150 libras. Mis vehículos tienen una función que justifica la energía que están gastando”, sostiene.
Considero que es un insulto a la naturaleza utilizar una caja de hierro que pesa por lo menos dos toneladas para mover mis 150 libras. Mis vehículos tienen una función que justifica la energía que están gastando”, sostiene.
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HISTORIA. Todo comenzó en 1995, cuando a bordo de una Van de Volkswagen, su vehículo favorito, pasó las mil y una en un recorrido desde Las Vegas hasta California. Aunque se trata de un vehículo espacioso y confortable, su motor es lento y problemático, según explica. Entonces se le ocurrió una idea que a sus amigos les pareció inconcebible: adaptar a la Van el corazón de otro auto. Conocía muy bien los distintos motores disponibles en el mercado, pues había trabajando en las fábricas de Volskwagen, de la Nissan, Lexus, Volvo e Isuzu.
Finalmente se decidió por el motor de un Nissan y lo demás es una historia que cuenta con bastante orgullo. La personalización de su vehículo se difundió a través de Internet, y muchos
usuarios de la Van contactaron con Martínez para hacer lo mismo y algo más: que las adaptaciones fueran, además de internas, externas, y se ajustaran a las necesidades del cliente.
usuarios de la Van contactaron con Martínez para hacer lo mismo y algo más: que las adaptaciones fueran, además de internas, externas, y se ajustaran a las necesidades del cliente.
Apostar a estas conversiones no es un mero capricho de un aficionado a las ruedas, ni tampoco de
un defensor del medio ambiente. Para explicarlo, cita una de las transformaciones hechas recientemente: la fusión de un vehículo Mustang del año 62 con un motor de un Lexus. “Se trataba de un vehículo que iba terminar fundiéndose para recuperar el metal, y yo le di vida con una tecnología nueva, mil veces más eficiente, pero con una carrocería que tiene mucho más calidad que cualquiera de hoy en día, porque los fabricantes de vehículos se han dado cuenta de que si te ofrecen un vehículo más duradero el negocio p i e rd e ”. ¿Beneficios? Asegurar un vehículo del año 62 es mucho más barato que hacer lo mismo con un Lexus, y la garantía de vida
y eficiencia que promete es de otros 40 años.
un defensor del medio ambiente. Para explicarlo, cita una de las transformaciones hechas recientemente: la fusión de un vehículo Mustang del año 62 con un motor de un Lexus. “Se trataba de un vehículo que iba terminar fundiéndose para recuperar el metal, y yo le di vida con una tecnología nueva, mil veces más eficiente, pero con una carrocería que tiene mucho más calidad que cualquiera de hoy en día, porque los fabricantes de vehículos se han dado cuenta de que si te ofrecen un vehículo más duradero el negocio p i e rd e ”. ¿Beneficios? Asegurar un vehículo del año 62 es mucho más barato que hacer lo mismo con un Lexus, y la garantía de vida
y eficiencia que promete es de otros 40 años.
PROYECTO. Martínez no vino al país a desarrollar su proyecto automotriz, sino a algo de mayor envergadura. Si su taller le permitió independizarse y vivir de acuerdo con una práctica que se denomina “Cultura Permanente”, la cual sostiene que todo en la naturaleza es aprovechable y útil, ya era hora de experimentar con ese modelo en su tierra natal. Su idea consiste en crear microempresas de comestibles de bajo costo, gestionadas por madres solteras, sobre todo, pero también por trabajadores informales, a quienes se les entregarán carritos de venta, máquinas de fabricación masiva de comestibles (empanadas, quipes, entre otros), y la materia prima. “Lo que andamos buscando es crear fuentes de trabajo. Les daremos asesoría de mercadeo, se les enseñará cómo llevar contabilidad, almacenamiento... se trata de alimentar la economía desde la base”, explica.
Su institución, Solutions Marketing, una ONG sin fines de lucro, se encargará posteriormente de recolectar el aceite utilizado en las freidurías y los desechos de alimentos para la creación de tres
combustibles: biodiesel, etanol y metanol, así como abono y otros materiales. Por el momento, se
encuentra buscando apoyo para su idea y se ha dado un plazo de dos años para que su apuesta
prospere. “Durante las crisis es cuando pueden surgen las soluciones.
Yo creo que éste es el momento para que el país termine de arrancar en materia de biocombustible, porque es cuando está más necesitado”, dice. De lo contrario, tomará otros rumbos a bordo de su extraño cepillo.
El cepillo, por dentro y por fuera
1 VAN VOLKSWAGEN DEL AÑO 78. De este vehículo tomó la suspensión delantera y trasera. “Esto me permitió ponerle gomas de una Hummer. Yo lo que andaba buscando era un vehículo que se pudiera meter en terreno malo como andar en la ciudad tranquilamente. Además le da más estructura, porque es más fuerte que la que tenía antes”.
2 UN CEPILLO DEL AÑO 69. Se trata de una plataforma liviana. “Ese vehículo originalmente pesa 1,700 libras, pero yo sólo tomé el caparazón. Aligerar el vehículo se traduce en un mayor desarrollo del motor”.
3 UN JETTA DEL AÑO 2006. El cableado completo, siete computadoras, los frenos, las bolsas de aire, el guía hidráulico, los limpiavidrios, seguridad, discos de frenos... “Se trata de un motor muy económico, y además es de diesel. Tuve un accidente en ese vehículo y el seguro iba a darme menos de lo que les había pagado, así que les pedí el motor a cambio.
4 CONCEPTO “SA FA R I ”. En la parte superior, Martínez le adaptó un cuadro donde cabe perfectamente una cama tamaño matrimonial inflable y una casa de campaña. Ambas cosas las guarda en lo que aparentan ser “misiles” al costado de este cuadro, pero que en realidad no son más que baúles, donde también guarda los utensilios de cocina y equipo de buceo... “Al hacer esto, libero el baúl de enfrente, donde pienso construir un martini bar. Un día estaremos en el Sahara bebiendo martinis y viendo pasar los camellos”.
5 LLAMATIVO. Y no precisamente por su color “naranja atardecer”. Tal vez se trate de uno de los vehículos más fotografiados. Pero para Marco, es una forma de promover la idea de que la fabricación de autos más ecológicos (más allá de la utilización de los biocombustibles), es algo posible.
Cifras
14 mil 500 dólares es el costo mínimo de fabricación de uno de estos prototipos. Se trata, según Martínez, de una inversión, pues el auto promete unos 40 años más de vida.
74 kilómetros por galón de biodiesel hecho con aceite de cocinar, fue el rendimiento del auto de Marco, durante un recorrido hecho desde Los Ángeles, California, hasta Miami, durante 12 días.
7 meses al año trabaja Martínez en su taller, donde fabrica entre 4 y 5 prototipos de vehículos a clientes que selecciona a través de su página http://www.vwmaxiwesty.com/, en ese sitio pueden leerse los testimonios de los usuarios.
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